Por: Daniel Pérez Olmedo
Educador Camponotus Tioko
Todo empezó a las 11:00h (aunque la cita fue 10:30, pero ya estamos trabajando en nuestra puntualidad). El lugar: "Plaza las Glorias" San Pedro Cholula. Recurrente de ciclistas que suelen visitar el cerro Zapotecas, para subirlo con mucho esfuerzo y bajarlo a gran velocidad. Fuimos 4 ecocuaches, 4 aliados y un camponotus, y juntos, quitándonos el asco y compartiendo el único par de guantes que llevamos; empezamos con la misión de la brigada: recoger la basura que encontramos en nuestro camino, sin discriminar si se trataba de colillas, botellas o caca de perro dentro de bolsas de plástico.
Habíamos avanzado, al menos un kilómetro, y nuestros costales y bolsas empezaban a engullir vorazmente basura. Las personas que nos veían pasar, solo observaban, uno que otro sonreía y ciertamente ninguno nos ayudó (también estamos trabajando en eso). Dicen que lo importante no es el destino si no el recorrido, bueno pues al parecer muchos caminantes aprovechan lo efímero y anónimo de sus pasos para hacer sus fechorías y dejar caer algo que ya no les es útil. "Que si ya disfruté mis papitas, pos tiro mi envoltura... que flojera guardarla, y además ensucia mi ropa... aparte TODOS LO HACEN". Siempre podremos encontrar mas excusas que razones, pero en tema de contaminantes y evadir la responsabilidad, en el fondo, una parte de nosotros nos mira con un juicio severo, nos reta y nos exprime las adrenales (suprarrenales para algunos), y aun así, nos desprendemos de este sentimiento, utilizado a la gravedad como cómplice en un crimen anónimo.
Algunos minutos más tarde, llegamos al pie del cerro. El verdor era impresionante, se nota el poder de las lluvias torrenciales que suelen caer por aquí y la respuesta de las malezas, con sus flores multicolores, agradeciendo a las nubes. El agua es vida en más de una forma. Pasamos por "La casa de piedra" y caminamos sobre el sendero principal. Quedé sorprendido por lo limpio del recorrido, el obligado descanso de nuestra misión nos prestó un espacio para ver y disfrutar el cerro, de sus sombras y de su "airecito fresco"; incluso, encontramos algunos rastros de cacomixtle y algunas plumas de halcón. Sí, es verdad, de pronto salió algún empaque de papitas o alguna colilla de cigarro, pero no fue lo suficiente para arruinar el recorrido.
Al poco rato, llegamos a "la cancha de beis" y se acabo el descanso, retomamos nuestra misión mientras unas personas a caballo se tomaban fotos. Uno de estos vasitos de jugo de naranja que venden en la esquina, estaba cerca de la retaguardia de una yegua, me acerqué, y uno de mis estudiantes, con su crudeza recurrente, me recomendó precaución: "aguas no te vaya a patear", y entonces, recordé mis clase de etología de equinos: "El caballo siempre debe estarte viéndo, busca uno de sus flancos y haz contacto con el ojo que corresponde". El hermoso animal me permitó seguir con mi misión y se mantuvo tranquila y observadora. Después me preguntó mi estudiante si la patada de un caballo te podría matar, a lo que contesté "pues sí patean bien fuerte...supongo que una patada bien dada en la cabeza si te anda mandando al valle de las calacas".
En este punto, la cosa se puso seria, tan seria como las cosas se pueden poner con adolescentes, tan seria que inventamos el "pañal-bol" un deporte extremo que consiste en encestar un pañal en el costal, algunos de los supuestos que comentó una chica fue el terror de recibir un pañalazo en la cara.
En este punto nuestros costales ya iban como a la mitad, y el sol nos iluminaba directo y caliente. Las nopaleras pueden ser bastante hostiles. Y ahí, en medio de esas hileras del alimento ancestral, se dejó ver la contaminación en su gran esplendor, de nuevo las papitas, el refresco, pero también los "Zapatos de Emi", tóxicos frascos de plaguicidas, empaques de comida de perro y demás "antroporrastros".
Nuestros costales se duplicaron y se llenaron, fueron algunas manos mitigando un poco de la deuda que hemos acumulado por tantos años. El cansancio se dejó venir, y consigo relució un humor negro y aveces hiriente, levantar es más difícil que tirar. Fue un poco frustrante el no dejar las nopaleras en mejores condiciones, pero llegamos al límite de nuestra brigada, entendimos que perdimos esta batalla pero dimos una buena lucha.
Empezamos a bajar el cerro con costales al hombro, o compartiendo el peso de las bolsas e incluso, con un intento parcialmente bueno de hacer un trineo. Comentamos nuevas estrategias y qué es lo que vamos a hacer para la otra brigada. Derrotados, tal vez, pero no vencidos.
Llegamos a donde empezamos, con manos repletas de un trabajo sabatino y un corazón lleno y renovado como sólo el cerro y la derrota te pueden ofrecer. Una jornada llena de entusiasmo, fortaleza, entrega, y humor adolescente, de ese que sí te da risa pero tu adultez te pide moderación. Nos despedimos y nos preguntamos sobre el próximo lugar seguir caminando.
Gracias @pagimar21 somos un colectivo de educadores ambientales que trabajamos en varios ámbitos. Pronto iremos enriqueciendo la página con más de lo que hacemos. Saludos.
Los felicito muchachos, no tengo el gusto de conocerlos pero sería un placer ayudarles en su ardua labor. ¡No se den por vencidos!!! Tendríamos que lograr que muchos se unieran a esta labor pero mejor sería concientizar y lograr que toda esa gente a la cual se le hace fácil tirar, Ya no lo hiciera. Un abrazo a todos.